Hace años la cantante Martirio recogía una curiosa forma de entender el casual wear en una canción cuya letra decía: «Con mi chandal y mis tacones, arreglá pero informal».
Cuando un político convoca a la prensa no existe el casual, sólo el wear. Por eso resulta curioso la forma de entender la formalidad no solemne en Venezuela.
Todos podemos recordar cuando en la primera gira por occidente del presidente de Afganistán, Hamid Karzai, no sólo la prensa rosa sino los informativos y diarios más serios describían con admiración la elegancia solemne del afgano. Destacando la compatibilización exquisita entre lo tradicional de su país y lo protocolario.
Si cambiamos de continente podemos ver el caso opuesto: Venezuela. El país del chándal. Pero del CHÁNDAL con mayúsculas. Bien llamativo. Bien alejado de la elegancia. Además cubriendo cuerpos aparentemente poco dados al deporte. Chándal como modo de vida, como ideología. Porque no sólo es Chávez. También su «sucesor» Maduro luce con soltura algunos de los diseños de chándal más inverosímiles. Aunque tratándose de un discípulo tan cercano, el chandalismo no resulta extraño.
Sí lo es que el gran opositor a los chavistas, Henrique Capriles también se lance frente a cámaras, micrófonos y seguidores con la dichosa prenda.
Y es que Venezuela va veinte pasos por delante. Cuando aquí ya se atreven algunos políticos a llevar americana y camisa sin corbata (pese a que a algún presidente de la Cámara Baja les riña) allí han superado esa etapa frente a la formalidad y han creado el eje Caracas-La Habana del chándal como signo de distinción.
¿Os imagináis al anodino Rajoy con el chándal que la empresa rusa Bosco diseñó para nuestros atletas olímpicos de Londres 2012? Uf. Resulta una imagen demasiado dura (no tanto como los recortes, pero…). Y lo mejor, después de Rajoy, Soraya, al ver que el jefe se ha pasado al politic casual , corriendo a lucir, como cantaba Martirio chándal con tacones en las ruedas de prensa.